EL MENSAJE DEL PESEBRE
Lucas
2:1-7
1 Aconteció en
aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el
mundo fuese empadronado.
2 Este primer censo
se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
3 E iban todos para
ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y José subió de
Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama
Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;
5 para ser
empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
6 Y aconteció que
estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
7 Y dio a luz a su
hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque
no había lugar para ellos en el mesón.
Antes
de abordar el tema del Pesebre, debemos considerar algunos aspectos importantes
a manera de contexto, los cuales nos permitirán tener una idea más precisa
respecto de tan célebre acontecimiento:
Es probable que el Señor Jesús no
haya nacido en invierno. Veamos qué argumentos de la historia nos confirman tal
afirmación:
1. La inscripción que dispuso el gobierno de
César Augusto mediante decreto, quizás con la intención de recaudar impuestos y
llevar a cabo el reclutamiento militar. El decreto obligaba a los ciudadanos a
desplazarse a sus propias ciudades para ser empadronados. Es improbable que,
ante un pueblo sometido e irritable, César Augusto haya considerado estratégico
que los mismos emprendieran un largo viaje (siete días aproximadamente en el
caso de José y María) desde sus lugares de residencia a sus propias ciudades en
pleno invierno.
2. Los rebaños de ovejas según Lucas
2:8. “Había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias
de la noche sobre su rebaño.” En los meses de invierno, en Israel, los
animales permanecían dentro de los apriscos durante la noche a fin de
protegerlos del frío y de las manos criminales. Resulta poco probable que los
pastores aguardaran en el campo a la intemperie en las noches frías de
Diciembre.
3. Analicemos lo que dice Esdras 10:9, 13. “Así todos los
hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres
días, a los veinte días del mes, que era el mes noveno; y se sentó todo el
pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y
a causa de la lluvia. Pero el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no
podemos estar en la calle; ni la obra es de un día ni de dos, porque somos
muchos los que hemos pecado en esto.” El mes noveno, llamado Kislev, es el tercer
mes del calendario hebreo, partiendo desde el mes de Nisán, y su equivalente en
el calendario Gregoriano (nuestro) es Noviembre y Diciembre. Esdras describe
que era un “tiempo lluvioso”, y por ende el pueblo no podía “estar en la calle”
por ser el mes más lluvioso del año. Habida cuenta, no parece ser una época
adecuada para convocar un censo, para viajar desde una ciudad distante a otra,
mucho menos para que los pastores pasaran la noche en vigilia en el campo con
sus ovejas.
4. Ahora bien, ¿por qué se elige entonces el
25 de Diciembre para celebrar erróneamente el día del nacimiento del Señor
Jesús? ¿De dónde y porqué llega hasta el Cristianismo tal fecha? Según los
historiadores, en esa fecha tenían lugar muchas celebraciones paganas. Por
ejemplo, en Roma los paganos consagraban el día 25 de diciembre a celebrar el
Natalis invicti, el nacimiento del “Sol invencible”, que después del solsticio,
se engrandecía en fuerza y claridad. Pero mucho antes de que se instituyera por
la iglesia romana en el siglo IV D.C. aproximadamente el 25 de Diciembre como
el día del nacimiento de Jesús, ya se celebraban fiestas paganas en ella.
Verbigracia, las fiestas dedicadas a Saturno, el dios de la Agricultura. Luego,
las fiestas romanas dedicadas al dios Mitra, símbolo del sol. Se presume
entonces que, la iglesia romana fija la festividad en este día con el fin de
sustituir las fiestas paganas por otras cristianas, y con el propósito
histórico de hacer más atractivo el cristianismo.
Dios,
en ejercicio de su potestad, no quiso comunicarnos la fecha del nacimiento de
su hijo amado. Su Palabra no lo registra. De manera que, si los libros
canónicos no nos dan el soporte para afirmar la fecha de tan importante
acontecimiento, mal podríamos considerar los datos históricos de Macabeos,
principal argumento de la iglesia tradicional. Caso contrario, en ocasión de su
muerte, a Dios sí le plació dárnosla a conocer a través de su propio hijo. (Véase
Lucas 22:19).
PRINCIPIOS
Resulta pertinente considerar los
siguientes principios:
1. ¿Sabía usted que Jesús, todo lo tuvo “prestado”
en esta vida, desde la cuna hasta la tumba? “Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza.” Mateo
8:20.
2. ¿Sabía usted que el establo real donde
nació Jesús, no es el alegre portal que muchos pintores cristianos han recreado
para ocultar la vergüenza que produce a este mundo que el Rey de Reyes y Señor
de Señores haya nacido en medio de la miseria, el estiércol y la suciedad? Tal
ha sido la tendencia del mundo, pretender ocultar la realidad que rodeó el
nacimiento y la muerte del Maestro. En cuanto a su muerte, el rostro de Jesús
luego de la crucifixión, no fue aquel que los pintores nos han hecho ver. Un
Cristo con una complaciente corona de espinas y una que otras gotitas de sangre
descendiendo sobre un hermoso rostro. ¡Absolutamente no! El rostro del Maestro
ha de haber quedado irreconocible, al igual que su cuerpo, producto de la furia
de una multitud que se estima de 80.000 habitantes.
3. La oscuridad, la suciedad, el orín, la
insalubridad, las alimañas y la miseria del establo, representan el corazón del
hombre antes de su conversión.
Belén (casa del pan):
lugar donde nacería Jesús según la profecía bíblica de Miqueas 5: 2 “Pero tú, Belén
Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que
será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de
la eternidad.” Ciudad de paso, para inscribirnos en el censo del cielo,
donde Cristo nace en nuestra alma, para luego volver a Nazaret a prepararnos
para el ministerio, no sin antes pasar por Egipto, atravesar y experimentar los
rigores del desierto; finalmente llegar a Jerusalén y crucificar nuestro viejo
hombre en el madero con Cristo para un día resucitar con él. “Y
esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y
cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” Juan
6:40.
El Mesón: era una casa donde se daba posada a los viajeros en la
antigüedad. Lugar donde las caravanas pasaban la noche, que casi siempre
estaban cerca de manantiales de agua. Estas tenían establos para los animales. (Véase
Génesis 42:27 y Éxodo 4:24).
Los Establos: eran cuevas con espacios cavados en las paredes
rocosas (pesebres), llenas de heno para dar de comer a los animales. Los
alrededores eran oscuros y sucios. Representa el corazón del hombre, la
voluntad, las conversaciones ociosas, entre otros.
María: era una mujer de Dios, una mujer espiritual. Cuando leemos
lo que Dios le dice y lo que ella expresa, es evidente que era una mujer que
tenía comunión con Dios. Representa a la iglesia de Jesús, a toda alma en la
que nace Cristo por ser engendrado del Espíritu Santo. Aquella virgen, sin
mancha, sumisa y sin contaminación, a quien Dios dice:
• Salve, muy favorecida.
• El Señor es contigo.
• No temas porque has hallado gracia
delante de Dios.
• El Espíritu vendrá sobre ti.
• El poder del Altísimo te cubrirá.
• El que nazca de ti será llamado Hijo
de Dios.
Los nacidos de la Iglesia,
deben ser llamados Hijos de Dios. Cuando la iglesia no da a luz Hijos de Dios,
ya no es la iglesia de Jesucristo.
María, la que dice:
• He aquí la sierva del Señor.
• Hágase conmigo conforme a tu palabra. (Véase
Efesios 5:27).
Antes
de describir a José, es importante aclarar que era un hombre justo, temeroso de
Dios y muy respetuoso con su desposada. Por lo tanto, la representación que a
continuación se hará de él, tiene sólo el propósito de explicar el tema
propuesto, y de establecer la comparación entre lo natural y el plano
espiritual en el que Dios lleva hacia adelante sus planes.
José: para efectos de esta
lección, representa a nuestra carne, a aquel que en un principio se muestra
incrédulo y no acepta la obra sobrenatural de Dios, el que cree sólo si sus
ojos ven. El que cree que lo que posee sólo es posible si ha sido el producto
de su propio esfuerzo. El que considera que su intervención es indispensable.
El que juzga los designios espirituales de acuerdo a su propio raciocinio, su lógica y su parecer. Aquel que
secretamente planifica el abandono, pretendiendo que sus actos camuflados no lo
dejen en evidencia pública como detractor de la obra de Dios y renuente a sus
propósitos eternos. Representa a los que se olvidan de sus promesas y
desestiman lo que el Señor Jesús dice en su Palabra plasmada en Marcos
9:23 “…Si puedes creer, al que cree todo
le es posible.”
Una
vez efectuada la representación de los personajes y elementos que conforman el
pasaje bíblico de Lucas 2:1-7, entre muchas otras cosas, podemos comprender que:
• La felicidad no se encuentra en la
abundancia de bienes. Nuestro ser ha sido cuidadosamente diseñado para que los
motivos que envuelven nuestra felicidad y plenitud, trasciendan lo material. Lo
que comúnmente el hombre llama felicidad, son sólo deleites temporales. “Porque
¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?” Mateo 16:26
• Dios no escogió una familia eminente
para que cuidaran de su hijo. Los escogió por sus atributos espirituales,
humildad y sencillez. “Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.” Mateo 5:3
Entonces,
¿Qué nos quiere enseñar el Señor a través del mensaje del pesebre?
Evidentemente,
el pesebre trae a nosotros un mensaje de humildad, desprendimiento y sencillez:
“Porque
en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses
1:16. El pesebre constituye una lección de humildad para todos los que
deciden ser discípulos de Jesús. Dios pudo haber reservado lo mejor de este
mundo para que su hijo amado naciera, tal como lo hacemos con los nuestros. No
obstante, vemos acá la humildad y sumisión del Hijo reflejada en Filipenses
2:6-11:
6 El cual, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó
a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Así
como "no había lugar para ellos en el mesón", en muchos predios de
nuestra vida no hay lugar para que Jesús nazca. En nuestro mesón pueden estar
hospedados el orgullo, la incredulidad, el odio, la impiedad, los vicios, la
fama, las malas conversaciones, entre muchos otros, que impiden que el Señor
halle lugar para nacer.
Hay que desalojar de nuestra
vida todo aquello que nos separa de él. ¡Sólo así él podrá nacer en nosotros!
Por:
Isaí Vegas Castro
Lima, Julio de 2018
Imagen de: josancaballero.wordpress.com
Imagen de: josancaballero.wordpress.com
Hermosa palabra..
ResponderEliminarQue Dios te siga dando sabiduría e inteligencia... Y te llene de su Gracia..