LA PARÁLISIS DE LA FE
LA
PARÁLISIS DE LA FE
Hechos
9:32-35
“Aconteció
que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.
Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en
cama, pues era paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana;
levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. Y le vieron todos los que
habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.”
Examinemos este pasaje bíblico
considerándolo a la luz de los siguientes principios:
1.
Pablo fue el instrumento escogido para llevar el evangelio a los gentiles (Hechos 9:15), pero Pedro fue el canal
que Dios usó para abrir ese camino. Todo fue un plan cuidadosamente
confeccionado por el Espíritu Santo de Dios. Pedro solía ser muy prejuicioso
respecto a los gentiles. Dios tuvo que revelarse a su vida en una visión para
que pudiese comprender que el sacrificio de Jesús en Calvario, fue suficiente
para santificar a todo lo que él consideraba “inmundo”. (Hechos 10:16).
2.
Lida era una ciudad griega ubicaba a 50 Km de Jerusalén, cuyo nombre significa
“contienda” (pelear, batallar, disputar, debatir, altercar, discutir,
contraponer opiniones o puntos de vista, caer en un círculo vicioso). Allí
vivía Eneas, nombre griego de etimología incierta, que se presume significa “el
alabado, alabar, prometer.”
3. Paralítico
define a una persona que carece de movilidad o sensibilidad en alguna parte del
cuerpo. Lo caracteriza la dependencia, la inercia, la subordinación, una
condición deplorable.
4. “Los
santos” (Lucas 9:32) describe a alguien que es “consagrado, separado,
diferente.”
5.
Eneas (se presume) conocía el evangelio por su reacción a la orden de Pedro.
Entendió el mensaje.
6. “…hacía
ocho años que estaba en cama…” En la numerología bíblica, el número 8
significa “nuevo comienzo”. El arca de Noé llevó a 8 personas a un nuevo
comienzo en la tierra (Génesis 7:13).
Dios ordenó la circuncisión al 8vo. día de todo varón nacido (Génesis 17:12). En la conversación de
Jesús y Nicodemo (Juan 3:1-8), se menciona 8 veces el nuevo nacimiento. El 8vo.
día comienza una nueva semana.
…a los
santos que habitaban en Lida…
Estimado lector, ¿Es usted santo? ¿O
le parece una sobre exigencia de parte de Dios a sus hijos? ¿Será una solicitud
injusta de parte del Señor? La Escritura establece: “porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:16). De manera que, Dios sería injusto
si sabiendo que la santidad es imposible de alcanzar, aun así nos la exigiera.
Es común pensar que una persona “santa” es aquella que camina pausado, habla en
voz baja, de mirada tímida, de ropaje humilde, sin aspiraciones en la vida, sin
proyectos, etc. Generalmente, los seres humanos nos dejamos sugestionar por lo
que percibimos a través de la vista. Las apariencias nos engañan con frecuencia
y confundimos una condición que hace aparentar santidad, con una vida apartada
para el servicio al Señor.
En
realidad, Pedro llamaba a los creyentes de Lida santos porque estaba convencido
de que habían nacido de nuevo, guardaban La Palabra de Dios, cumplían sus
preceptos, vivían piadosamente, apartados de toda maldad y separados para Dios.
Es decir, comprendía que la santidad no constituía una exigencia del Señor
imposible de alcanzar. Por eso los llamaba los santos. Y es que los creyentes
de La Palabra somos herederos de la santidad del Maestro, y esperanzados en
que, en el futuro, moraremos para siempre con él. Se impone la necesidad de
apropiarnos de la intención de santificarnos cada día porque sin santidad,
nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14).
…hacía
ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.
De Eneas, no se hace mucha mención
en La Biblia. Tampoco estuvo en esa condición toda su vida. El relato bíblico
establece que tenía esa condición desde hacía “ocho años”. Podemos
inferir entonces que, por una situación sobrevenida, perdió la movilidad en
alguna parte de su cuerpo, usualmente en sus piernas. Tuvo que acostumbrarse a
su nueva condición. Depender de la conmiseración ajena para sustentarse. Si
tenía familia, pudo ver como su calidad de vida se vino abajo. Quizás, tuvo que
dedicarse a pedir, como era costumbre de los paralíticos del entonces, para
poder cubrir sus necesidades. Poco a poco se fue adaptando, resignándose a
vivir de esa manera, postrado en un catre, viendo a los que pasaban por su
lado, como se compadecían de él. Jamás imaginó que era poseedor de la llave que
abriría la puerta a la solución del problema que padecía. Que la solución a su
desgracia la tenía dentro de él y no había hecho uso de ella, porque la
conformidad, la costumbre y la resignación lo habían segado. Sólo bastó que el
Apóstol le dijera “Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama”, para que
pusiera en acción la fe. Entendió que no solamente era necesaria la sanidad,
que es una disposición exclusiva del Señor (Sal.
103:3), sino que es indispensable poner esa fe por obra “levántate”
y dar por terminada esa amarga experiencia de haber vivido postrado “haz
tu cama”. Observemos que, Eneas no dejó allí el catre, por si tuviese
que volver a la condición que le aquejaba. Al hacer su cama, borró toda
posibilidad de volver a recostarse allí.
En ocasiones, nosotros estamos en
una situación semejante, aunque nos neguemos aceptarlo. Estamos postrados ante
el problema, doblegados, paralíticos en cuanto a la fe, y por ello, no podemos
levantarnos y seguir avanzando. Nos hemos adaptado a nuestro modo de vida y
hemos perdido todo vestigio de esperanza. Inclusive, pensamos que es la
condición en la que Dios nos quiere, o que la voluntad del Señor es tenernos en
ese estado. Se nos olvida lo que establece La Palabra de Dios en Lucas 11:11-13: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o
si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo,
le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan?”
Dios
no quiere que sus hijos vivamos en desgracia. Él nos ama, somos su pueblo y Su
hijo amado pagó un precio sumamente elevado por nosotros. El profeta Jeremías
escribió de parte de Dios: “Porque yo sé los pensamientos que tengo
acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros
el fin que esperáis.” (Jer. 29:11). Cuando decimos que tenemos fe, pero
el problema, el pecado, las ataduras y los vicios nos mantienen sometidos,
entonces nuestra fe es improductiva, inerte, muerta. La parálisis de nuestra fe
impide que podamos levantarnos, que demos pasos hacia adelante, que veamos cuán
cerca está nuestra victoria, porque “la fe por sí sola, si no tiene obras, está
muerta.” (Stg. 2:17).
Luego del milagro, el ejercicio de
su fe dio el fruto natural: el testimonio, que es el medio usado por Dios para
extender su misericordia a través de nosotros, “Y le vieron todos los que
habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.”
Isaí Vegas Castro
Lima, Abril 2020
Imagen tomada de:
escueladominicalslr.blogspot.com
Dios te siga Bendiciendo...
ResponderEliminarAmén. Gracias y que así sea contigo.
EliminarGloria a Dios por esta palabra que ha sido una respuesta a una interrogante que tenía acerca de la santidad, Dios lo bendiga inmensamente Pztor se le quiere grande a usted y a su familia
ResponderEliminarS
Aumenta nuestra fe Dios Todopoderoso
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